domingo, 28 de septiembre de 2014

EL DIARIO DEL ESCRIBA (Extractos II)


Extractos de EL DIARIO DEL ESCRIBA

Episodio 4

Los Primeros Aprendices”.


Págs. 334 a 339 del Libro original impreso
Págs. 377 a 283 del PDF

http://es.scribd.com/doc/114677577/El-Diario-Del-Escriba



http://www.lacuartadimensiondelescriba.com/images/artesania.jpg



No le gusta repetir la misma cosa al Escriba sino recrearla para mejorarla continuamente. Es ilimitado en su acción recreativa y resulta genial aprovechando la escasez de medios. Si en lugar de trabajar en tantas direcciones, lo hiciera en una sola, el pueblo habría reconocido su genio, como yo; pero obrando como lo hace, aparece como un hombre normal.

Pues no es sólo entre chatarra y vigas viejas o trabajando en el taller, donde puede verse al Escriba. No sólo hace regalos que yo me limito a exponer en la tienda, porque, ciertamente, tal como me dijo, llegan turistas de diferentes países, con diferentes monedas, y gustosamente las cambian por la "moneda internacional" del Escriba, que son los frutos de su sudor y su saber hacer, su energía y su tiempo. También me ofrece frutos de la tierra: patatas, tomates, pepinos, berenjenas, ajos, cebollas, lechugas, escarolas, brécol, colinabos, espárragos, fresas, moras, pimientos, sandías, melones, maíz, girasoles  y  un  sin  fin  que promete  su  tarea  en  esta  otra dirección. Va conquistando un trozo de tierra cada año, agrandando el huerto. En el último año he cosechado productos por toneladas, y siguiendo su consejo no he vendido ni un tomate. Porque en el tiempo de cosecha, todos los que nos visitan, se han llevado su bolsa llena.

Alimenta también la tierra, su fertilidad, recreando en ella las mejores condiciones para el cultivo.

En todos estos años, no sólo se ha ejercitado en el taller, la tienda o la producción. Igual que le he visto sacar la mayor rentabilidad de una vieja viga de madera, he comprobado que hace lo mismo con todo lo que llega a sus manos. Quiere que aprendamos a mirar en todas las cosas, además de lo que son, lo que pueden llegar a ser, si les damos nuestra energía y nuestro tiempo. El Escriba hace suyos todos los problemas que  detecta a su alrededor y aunque  no  sepa  nada  del  tema  al  principio, lo  observa, lo  estudia, recaba información y aborda la solución, perseverando en sus intentos, perfeccionándose en cada intento hasta dar  con la solución o el saber hacer que necesite. Me va enseñando lo que va aprendiendo, un paso por delante de mí; es como un abrecaminos.

Para ilustrarlo no hay más que observar sus respuestas en estos años, a diferentes cuestiones que le he planteado relacionadas con la conquista de mi propia seguridad y libertad; haciéndome ver, que a todas las cosas podemos servir y de todas podemos servirnos, dándoles nuestra propia energía-tiempo, nuestra atención y saber hacer,  nuestro amor y sabiduría. Él me va llenando en mi necesidad en la medida que aprendo a vaciarme en la necesidad del prójimo, en su necesidad de tener o de saber. Como un hermano mayor me da y me enseña para que yo haga igual con mis hermanos menores. Y no me refiero tan sólo a la edad de sus cuerpos, también de sus almas.

"No te comprendo, le decía yo, ¡el dinero se hace cada día más necesario para vivir y sin embargo no dejas de decirme que no obre por dinero si quiero ser más libre!

Todo está cada día más caro, pero el trigo que en abundancia producen mis tierras se paga tan barato que no puedo librarlas de la sobreexplotación y el empobrecimiento paulatino, ¿cómo vamos a poder vivir sin dinero?".

El dinero, "me contestó", sólo se le hará cada día más necesario a los más confiados a la seguridad, que no hacen nada por ejercitarse en el saber hacer. Si pagan poco por el trigo, no sembréis tanto trigo, para darle un mejor uso a la cosecha. Te lo mostraré con un ejemplo práctico si me traes arcilla de la tejera.

Me sorprendió su respuesta y me apresuré a traerle la arcilla de hacer ladrillos y los ladrillos que necesitaba. Con ello me construyó un horno pequeño de pan y con un viejo molino de cereales y un saco de trigo, me enseñó a moler el trigo, amasar un poco de harina y observar cómo se transforma en levadura con sólo dejar la masa a la acción del tiempo, para tener mi propia levadura y hacer mi propio pan. Haciéndolo él, cada día, para despertarme la necesidad de hacerlo por mí misma, al ver como disfrutaba amasando con sus manos, dando toda clase de formas a los panes y lo rico que es el pan recién horneado, hecho por una misma. ¡Un verdadero placer! Luego llegaron las pizzas, las tartas, las galletitas, abriéndome los ojos ante las infinitas posibilidades del trigo que dan estas tierras. Hasta hacer mi propia masa para pastas y empanadas con sólo mezclar la masa con huevo y cortarla a mi capricho.

Allí donde viva el Escriba puede faltar de todo menos un horno. Durante los inviernos, aprovecha el fuego de la chimenea para hacer pan y animar a todos a tener su horno y hacer su pan.

En estos años también he compartido mesa y mantel con el Escriba, en familia, comiendo los guisos que prepara la madre, Josefina, sin ingredientes animales, claro, pero más que los guisos él prefiere los crudos, frutas, frutos secos, semillas germinadas y productos del huerto. También le he visto muchas veces tostar granos de trigo, los pone en una sartén al fuego, el tiempo justo para que los granos se abran dando pequeños saltos, añade unas cucharadas de agua salada, los mueve mientras el agua se evapora y los saca sabrosos y crujientes. Es su plato favorito y se lo lleva en el bolsillo si tiene que viajar.

Considera sagrado el fuego de su hogar, y mantiene con él una especie de relación, de respeto, de amistad. Nos tiene terminantemente prohibido quemar comida, semillas y plásticos, dice que la comida hay que dársela a quien le sirva de alimento. Las semillas tienen que cumplir su destino en la tierra y ofendemos  al poder del fuego dándole aquello que al quemarse envenena la atmósfera de la Madre Terrenal.

Hasta de las cenizas saca utilidad, rica en minerales, con un PH muy alcalino, la incorpora a la tierra después de dejar que los gatos la usen para hacer en ella sus necesidades y bajar su alcalinidad; usándola para mejorar la riqueza mineral del compost orgánico que hace para la tierra, con restos de comida, materia orgánica, estiércol de animales, hierbas secas, paja o serrín, según lo que tenga más a mano. El Escriba no tira basura porque todo lo recicla y lo que no sabe reciclar, como el plástico, no lo compra. Me enseñó con un saco de trigo que el valor de un kilo de trigo podía ser de veinticinco pesetas, pero dándole mi energía y mi tiempo podía multiplicar cien veces su valor.

Y añadía, para abrirme más los ojos, no es la tierra quien sube los precios de sus frutos; no es por su causa que el dinero se haga necesario, las gallinas cobraban hace mil años por poner un huevo lo mismo que hoy, igual con la leche de cabras, ovejas y vacas, no es por su culpa que todo es más caro cada año; es todo por causa de la Seguridad, al darle al dinero que fabrica sin sudar ni una gota, un valor falso que nada tiene que ver con la realidad, ni con el sudor, ni con el saber de quienes pagan impuestos por su saber hacer. También es culpa de los que venden por dinero su saber  hacer, buscando la protección y la complicidad de la Seguridad, para mantener en la ignorancia a los que no saben, enseñándoles a conseguir las cosas apretando botones y a pagar con dinero cada vez que aprietan un botón, haciéndolos dependientes del dinero y obedientes a la llamada del dinero.

En otra ocasión, estudiaba yo las posibilidades de mis tierras para mantener un rebaño de ovejas y cabras en cierta libertad. ¿Cómo puedo obtener rentabilidad real de un rebaño si pagan muy poco por la leche y la lana, cuando tú dices que la Ley prohíbe matar los animales y vender su carne?

"Y  así  es",  me  contestó,  "robando  y  matando,  estarás  haciendo  uso  de  tu  libre albedrío y estarás endeudando tu alma a los ojos de la Ley. También depende de tu saber hacer el valor de un litro de leche y te mostraré un ejemplo si cada día me traes leche recién ordeñada de tu amigo el pastor". Durante unos tres meses le llevé la leche al Escriba y él fabricó unos moldes de diversos tamaños y formas, me enseñó a cuajar la leche con un suave calor, poniéndola en un recipiente sobre el radiador a media temperatura, durante unas horas, después de fermentarla naturalmente, para asegurar su  salubridad, con un hongo fermentador de leche que guardaba deshidratado en un tarro de cristal y que una vez que lo vi rehidratado en la leche, era ese famoso hongo del Cáucaso que llaman Kefir. Me desarrolló una gama de quesos variada, en formas, tamaños y sabores; tan originales, tan ricos y tan digestivos, que Don Casimiro, experto catador y el propio pastor que me vendía la leche se deshicieron en elogios al catarlos, frescos,  semicurados y curados. Me enseñó a hacer queso hasta sin moldes, con una simple gasa  para  separar el suero de la leche cuajada, bien apretado  y escurrido el cuajo, se puede untar sobre pan, y puesto a secar se convierte en queso, una fuente de proteínas para todo el año. Es sencillo, resulta divertido y es un gozo comer tu propio queso en el punto exacto de maduración que prefieres. De nuevo, me hizo observar el Escriba, que el queso que yo compraba por 5.000 Ptas. eran en realidad unos litros de leche que la oveja da gratis por dejarla pastar en el campo. Si sabes hacer, me decía, tendrás todo el año, queso, cuajada, yogur, mantequilla y nata, además, puedes usar el suero para alimentar a los animales o como un buen activador de compost.

Ya puestos, le pedí que me enseñara a hacer vino, porque también dan buenas uvas estas tierras y me hizo comprar una pequeña prensa de uvas, (entonces no tenía tiempo de fabricarla con piezas de la chatarra); pero me enseñó que el vino se hace solo, como la levadura y el queso, tan sólo dejando tranquilo el zumo de la uva recién exprimido para su fermentación. Es un proceso del todo natural y que sólo necesita tiempo para convertir el azúcar en alcohol; a mayor dulzura de la uva, con más grado se hace el vino.

"También bastan unos pocos olivos, que crecen nuevos plantando una rama de otro más viejo, para tener aceitunas gratis; con una pequeña prensa de aceitunas, que se puede comprar o hacer fácilmente, para aplastarlas y sacar su zumo, ayudándose de agua  caliente para separar mejor el aceite, como se hacía antaño, o con los procedimientos más modernos que se enseñan en los libros.

También resulta fácil hacer un destilador y obtener alcohol de los productos del huerto, no hay límites para el SABER HACER".

"Para disponer de pan, queso, vino, aceite... no hace falta dinero, sólo un poco de tierra, semillas, saber hacer y unas pocas ovejas. Aprende a hacer las cosas que necesites y aprovecha siempre, toda ocasión que se presente de aprender algo nuevo, porque el saber no ocupa lugar pero ocupa tiempo. Aprovecha pues el tiempo para saber hacer, y así, lo ganarás adelantando mucho tiempo en la Eternidad".

En otra ocasión, me daba miedo usar el tractor porque te pueden cobrar una fortuna por repararlo o por cambiarle las ruedas; hay que ser millonario para comprar uno  nuevo  y reparar los viejos resulta de lo más ruinoso, pero necesito el tractor para arar en  profundidad y oxigenar bien la tierra de siembra.

"No necesitas tractor para oxigenar unas pocas hectáreas y menos si es un pequeño huerto, tan sólo tienes que dejar hacer ese trabajo a quien puede hacértelo gratis, a la vez que te abona la tierra y te lo mostraré si me traes unos cientos de lombrices de tierra".

Conseguí de un amigo lombricultor unos cientos de ejemplares de lombriz roja californiana, y estudió sus costumbres en un criadero de lombrices que construyó en el taller. Una simple caja grande de chapa galvanizada con una rejilla de alambre para separarla en dos mitades y que puedan pasar las lombrices de un lado a otro, según donde les pones la comida. Pasó unas semanas dándoles a probar diferentes comidas, hasta que encontró una que le daba poder para dirigirlas. Siendo ciegas y sensibles al sol, que puede matarlas en minutos, no son fáciles de convencer para separarse del humus en que transforman lo que comen, a la hora de vaciarlo, entonces llenaba de comida fresca la otra mitad de la caja y en dos o tres días se habían cambiado de lugar, dejando sólo los  huevos y el humus para recogerlo y enriquecer los bancales del huerto.

Poco a poco, se fueron multiplicando las lombrices, de cientos en miles, y en la actualidad, dispongo de una tonelada de humus y miles de huevos cada mes, que nacen ya en el huerto y cavan galerías más profundas que el arado del tractor y no hay peligro de averías.

La comida que las hace obedientes, me enseñó a hacerla el Escriba mezclando serrín, paja, o hierba seca, con posos de café, en un montón  húmedo, dejándolo fermentar hasta que se enfríe, al cabo de un mes o dos. A cambio de esta poca basura, tengo humus de la mejor calidad y unos obreros que abonan, aran y oxigenan la tierra de siembra, y no han de pasar la inspección técnica de  vehículos.

He visto al Escriba ensayar muchos tipos de compost para las lombrices del criadero y para enriquecer la tierra del huerto, hasta conseguir la maestría que sólo puede dar la práctica y la observación. Pero me lo explicó muy sencillo: no sólo puedes obtener de los restos de comida, estiércol y pajas secas, alimento para tus lombrices trabajadoras, (que jamás comerán una raíz del cultivo porque sólo comen materia orgánica fermentada), además, de compost para macetas y semilleros. La hierba seca es rica en carbono y la verde es rica en nitrógeno. El montón de compost se hace mezclando diez o quince partes de carbono, con una de nitrógeno, pero variando estas proporciones, se obtiene al final de la fermentación un compost de PH más ácido o alcalino según la utilidad que quieras darle.

Te mostraré un ejemplo de la importancia del pH., cuando observes que hasta de la fermentación de un montón de basura puedes obtener ventajas insospechadas.

Si miras el montón con la lente de un microscopio, verás pequeños animales trabajando, digiriendo los materiales, comiéndose el montón, comiéndose las células que forman  la materia orgánica y al comerlas liberan parte de la energía que contienen, que es amor, en forma de calor. Tanto como para elevar en pleno invierno la temperatura de un invernadero. Esta energía en forma de calor, puedes conseguirla en forma de gas metano, si encierras el montón para su fermentación en un recipiente hermético donde no entre oxígeno. Con este gas puedes cocinar o mover un generador de corriente eléctrica a vapor.

El Escriba me mostraba que no hay nada difícil, que todo parece difícil cuando no se sabe y todo resulta sencillo cuando se sabe hacer, y no hay mejor forma de aprender, que haciendo, perfeccionándonos en cada intento. Me enseñaba que la Libertad es una conquista al alcance de todos y me lo demostraba al hacerme ver que es más placentero hacer las cosas por ti misma que trabajar por dinero para comprarlas.

Me pidió una seta del campo para enseñarme la utilidad del pH en el compost y encontré varias, eligió una que crecía sobre un viejo tronco de chopo en la alameda al reconocerla comestible.

Hay miles de esporas en el aire, me decía, de miles de especies de hongos diferentes, buscando un lugar con un pH que sea de su agrado para desarrollarse y dar sus frutos, como son las setas. Tomó unas laminillas de debajo del sombrero de la seta y las puso en un tarro de cristal con granos de trigo semihervidos, sin que lleguen a romperse y bien escurridos, con un poco de polvo de tiza para hacer más alcalino el PH del trigo, y a los pocos días pude ver que las esporas, que sueltan a millones las setas por las laminillas, desarrollaban un micelio blanco sobre los granos de trigo hasta cubrirlos por completo. Estos granos los metía en paja bien apretada, que había tenido unos días sumergida en agua con una pequeña cantidad de estiércol de ave, que es rico en nitrógeno, para hacer  más ácido el pH de la paja, bien escurrida y sólo húmeda, no mojada, a la hora de sembrar en ella el micelio sobre los granos, lo tapó para mantener la humedad y el micelio de los granos invadió la paja hasta cubrirla por completo, antes de empezar a aparecer setas y más setas, de una paca de paja.

"Sabiendo regular el pH en un montón de basura, tendrás a tu disposición el trabajo de hongos que producen setas diferentes para comer frescas, o secarlas a la sombra, para comer a lo largo del año. Y sobre todo, entenderás la importancia que tiene para tu salud, mantener el PH de tu sangre, en equilibrio, pues los alimentos que ingerimos no son neutros, sino que o bien son ácidos, como el queso, los huevos, la harina y el azúcar refinados, los pasteles, el café, tabaco, dulces, pastas... o bien son alcalinos, como las verduras frescas del huerto, las uvas, los higos, las ciruelas, los germinados, los frutos secos... El desequilibrio en la sangre es causa segura de enfermedades si no se corrige, y es bien fácil de corregir si nos fijamos en lo que comemos".

Creo que el Escriba no ha aprendido a hacer un telar, para hacer su ropa, porque le sobra con la que le dan sus hermanos después de usarla, pero yo, desde luego, ya estudio la forma de conseguirme uno. Porque ya no me parece imposible ser autosuficiente para ser más libre, viviendo en armonía con la Madre Terrenal hasta el final del tiempo.  Aprendiendo  para poder  enseñar, ejercitando  mi  saber  hacer,  entregando  mi  energía  y mi tiempo para enriquecer mi entorno y todos sus habitantes, desde las pequeñas criaturas que habitan la Tierra, hasta el prójimo. Así es como el Escriba desarrolla su amor y su saber, la fuerza y el poder de su alma.

Para ver confirmado que la clave del desarrollo verdadero es la entrega desinteresada, y que la fuerza y el poder están en el alma, sólo hay que darle al Escriba unas hojas de papel, un lápiz y goma de borrar, para ver que sin escribir sobre sí mismo, ni sobre lo que puede aprenderse leyendo otros libros, es capaz de escribir un libro que enseña a la razón del lector a descubrirse a sí misma ante su propia alma. Un libro que entrega a la  razón  la mayor sabiduría, ayudándola a desvelar lo que por sí misma no puede lograr, un libro que tiende un puente a la razón, para que sea la razón misma quien pueda comprender, que su razón de ser no es la muerte.

Este libro incomparable, a mi juicio y al de los lectores que lo han estudiado, titulado por el Escriba "La Cuarta Dimensión", me lo entregó  manuscrito de su puño y letra para  el Editor, como el frutal entrega otra de sus frutas, dándote en ella, su amor y su saber con el mayor desinterés.